Follaardillas
El otro día en
uno de los encuentros de la plataforma de encuentro rural “Forestera”, asistí a
la presentación del libro, “Fondo de mar”, de la autora Mar Verdejo, y salió
esta palabreja, que por cierto no sé si se escribe todo junto o separado. El
caso es que llamó mi atención –y creo que la de todos los presentes-, y no
precisamente por la palabreja en sí, si no por lo que significaba o mejor dicho
a quién llamaban así.
Hay un político
que en las últimas elecciones salió elegido eurodiputado y según esta autora -y
la mayoría de politólogos-, este personaje ha llegado a ese puesto a base de mentiras y bulos, y
como este señor ha cimentado su carrera de esta forma, en su tierra, Almería, le han pagado con la
misma moneda y se han inventado una mentira o bulo de este hombre y le llaman
follaardillas. No quise saber qué se habían inventado para llamarle así.
La pregunta que
le hice a Mar, no es como este hombre ha llegado a eurodiputado sino como ha
conseguido que la gente, y mucha, le voten
si solo expande mentiras y bulos.
—Le votan los
jóvenes porque les hace gracia y porque no piensan en las posibles
consecuencias. Es su forma de revelarse contra lo establecido en una sociedad
que les tiene muy poco en cuenta. Pensar consume glucosa y en un modo de vida
en la que estamos sobre informados y donde nos lo dan todo hecho, para que
pensar. Ya lo hacen ellos por nosotros. Quizá ahí esté el problema, que dejamos
que sean otros los que piensen por nosotros.
—Pero esta
gente ya está en ayuntamientos y comunidades autónomas donde están
restringiendo derechos sobre todo a las mujeres.
—Y seremos
nosotras las que les paremos los pies cuando todas nos demos cuenta que quieren
para nuestras hijas las mismas restricciones que en la dictadura tenían nuestras
abuelas: necesitaban el permiso expreso del marido- o del padre si estaba
soltera- para abrir una cuenta en un banco, comprar un coche, pedir un
crédito…para entrar en la mayoría de bares, teatros, cines… tenían que ir
acompañadas de un hombre… A los hombres no os van a restringir ningún derecho,
es a nosotras, a las mujeres, a quienes nos quieren llevar de nuevo a la época de las cavernas.
No supe que
contestarle. Tenía razón. Es a las mujeres a las que les quieren restringir
derechos, no a los hombres, aunque también. En algunas poblaciones donde mandan
han suspendido espectáculos porque atentan contra la moral, perdón contra SU moral y son ellos que tiene que
decidir que podemos ver y que no. Se olvidan que somos mayorcitos y podemos
elegir que ver y que no. Y si un espectáculo es malo y no gusta, dura muy poco
en cartelera. Nadie acude a verle sin
que un señor desde su despacho de político decida por nosotros si podemos o no
podemos ir. Ya tenemos edad para decidir qué nos gusta y qué no.
Me viene a la memoria un poema que
siempre pensé que era de Bertolt Brecht, hace poco leí que no era de él, pero
en la red se lo siguen atribuyendo y creo que viene bien como reflexión.
«Primero se llevaron a
los judíos,
pero como yo no era judío, no me importó.
Después se llevaron a los comunistas,
pero como yo no era comunista, tampoco me importó.
Luego se llevaron a los obreros,
pero como yo no era obrero, tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales,
pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.
Después siguieron con los curas,
pero como yo no era cura, tampoco me importó.
Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde.»
Esperemos que cuando
las españolas con la ayuda de todos nosotros decidan parar a esta gente, no sea demasiado tarde.
“Lo único necesario
para que triunfe el mal es que las personas buenas no hagan nada” Edmund Burke
(1727-1797) escritor, filósofo y político irlandés