Debió
ser en los últimos meses de 1924 cuando el escritor y novelista republicano,
Vicente Blasco Ibáñez (el libelo Blasco Ibáñez que dicen en el pleno del
ayuntamiento), se atrevió a publicar todo lo que se rumoreaba del monarca: de
sus aires absolutistas y sobre su implicación en la muerte de tantos españoles
por ser el principal instigador de aquella desastrosa batalla. El escritor tuvo
que exiliarse en Francia y volvió a España cuando se instauró la II República.
El
apoyo al monarca, como bien dice el acta del Ayuntamiento, se exteriorizo en
una gran manifestación en Madrid el viernes 23 de enero. Durante todo ese día la animación en las
calles del centro fue enorme. Los edificios públicos estaban adornados con el
pabellón nacional ¡Hasta los tranvías lucían en sus trolleys banderitas con los colores nacionales! Las comisiones
municipales llegadas a la capital, procedentes de toda España, para homenajear
al rey, se fueron concentrando en el Paseo de Coches del Retiro. En dicho Paseo
cada provincia tenía su lugar asignado
“Toledo, la imperial cuidad, y su
provincia se han sumado al homenaje, trayendo esplendida representación de la
capital y de todos sus pueblos. Al frente de ella gallardea el histórico pendón
Real de Castilla, concedido por D. Pedro I en las cortes de Valladolid,
confirmando el privilegio concedido por su padre, D. Alfonso, a Toledo de
cabeza de España. Dicha enseña también tiene honores de capitán general. Los
maceros y alguacilillos llamaban la atención por sus pintorescos trajes y ricas
dalmáticas”
El
dirigible “España” estuvo realizando vuelos y piruetas a poca altura mientras
se organizaba la manifestación, que se puso en marcha a las 10.30 de la mañana,
yendo a la cabeza una escuadra de la guardia municipal de Madrid con su traje
de gala. Transcurrió por las calles de O´donnell, Alcalá, Cibeles, Puerta del
sol, y desde allí a la calle Bailen, suponemos que por la calle Mayor. El
aspecto de la Plaza de Oriente, según el ABC de la época, “era indescriptible. Millares de personas se apiñaba ante el regio
Alcázar”. El rey, y la reina acompañados de sus hijos, salieron a los
balcones y fueron vitoreados por los manifestantes. Por el mismo orden que
salieron del Retiro, desfilaron por la calle Bailen ante los monarcas, los
representantes de todas las capitales y pueblos del país. El dirigible “España”
hizo su acto de presencia volando muy bajo, arrojando banderitas y mensajes al
rey.
Por
la tarde hubo una recepción en palacio a todos los alcaldes y representantes de
los ayuntamientos de España. Después, a las 21:30 hubo un banquete donde “la nota simpática fue la presencia de
algunos alcaldes rurales que vestían con indumentaria pueblerina”. A las
11:30 dio comienzo el concierto del que disfrutaron los reyes acompañados por
los alcaldes que tuvieron suerte en el sorteo del día anterior.
El
día anterior, jueves 22, el centro de la capital también estuvo abarrotado de
gente. Miles de personas se dieron cita en la Plaza de Oriente ante el Palacio
Real, en el que se recibieron cientos de telegramas de felicitación al rey. Por
la tarde se celebró en el Palacio de Hielo un acto, en el que los reyes
recibieron las insignias y nombramientos como alcaldes honorarios de todos los
ayuntamientos de España. El Ayuntamiento de Madrid obsequió con una merienda a
todos los alcaldes de ciudades y poblaciones rurales, llegados a la capital. El
menú que degustaron, seguramente muchos de los asistentes no habían probado
esos platos en su vida, fue: caldo de ave en taza, fiambres variados, jamón
york, ternera, lengua a la escarlata, rosbit, galantina trufada, ensalada real,
pasteles y dulces. Cigarros habanos, vinos de jerez y champagne español. Con
esto último llegaron también los discursos del alcalde de la capital, del
dictador y del monarca. Entre todos los alcaldes sortearon entradas para el
concierto en el Palacio Real, al que hacía alusión anteriormente. El de
nuestro pueblo no tuvo suerte y al no conseguir entrada, no pudo asistir a dicho concierto.
Leyendo
el ABC de la época uno se da cuenta que tanto el dictador como el monarca se
dieron un baño de multitudes ¿Lo necesitaban? El sábado 24 se celebró otra
manifestación patriótica en homenaje a la memoria de todos los soldados muertos
en campaña. La marcha que partió de la Plaza de España, por la calle Ferraz, el
Paseo de Rosales hasta el Paseo Luis Camoens, donde se halla el monumento
dedicado a la memoria de los soldados que cayeron en las guerras coloniales de
Cuba y Filipinas. El día 25 fue un mitin, a las 11 de la mañana, que se celebró
en el teatro Centro, de las Uniones Patrióticas de España, en apoyo al dictador
Miguel Primo de Rivera. En todos estos actos, en particular el del día 24, no
falto el recuerdo a los caídos en Marruecos, que fueron muchos y hacia
escasamente año y medio que había ocurrido el
Desastre de Annual, que tantas críticas levantó contra los militares y
contra el monarca. Todas las manifestaciones y actos de estos días precisamente
eran para acallar estas duras críticas.
Pero
la verdad no tiene remedio y siempre, tarde más o tarde menos, termina por
imponerse. El informe Picaso ponía en evidencia las enormes irregularidades, la
corrupción y la ineficacia, del ejército
español en África. Hablaba de 13363
muertos (10973 españoles, 2390 indígenas, que estaban a las ordenes del
ejército español, por sólo 1000 bajas del enemigo), aunque las cifras exactas
nunca se sabrán. Las cifras de los soldados estaban muy abultadas para poder
recibir más pagas, muchas de las cuales no tenían destinatario, y muchos más
pertrechos militares que luego eran vendidos. La corrupción militar era
generalizada, hasta los propios soldados, todos de condición humilde y lejos de
sus casas, vendían sus municiones, a los que más tarde serían sus enemigos,
para poder paliar un poco el hambre y la escasez de rancho de los cuarteles, a
pesar de que desde Madrid se mandaba el dinero suficiente para que comieran
como Dios manda. Se mandaba dinero para más soldados de los que realmente
existían. Constancia de la Mora, nieta de Antonio Maura, habla de unos 8000
muertos; Indalecio Prieto, el que fuera ministro durante la II República, eleva
la cifra de muertos y desaparecidos en 8668. El comandante Caballero Poveda,
cifró las bajas españolas en 7875. Estas últimas por la condición de militar de su autor, quizá sea las cifras más reales. Aunque como
decíamos anteriormente, las cifras exactas nunca se sabrán. A esta pérdida
humana hay que añadir el material militar, la destrucción de infraestructuras
(ferrocarriles, hospitales, escuelas…) construidas con dinero español durante
doce años.
En
las Paginas del ABC de esos días, y son muchas, dedicadas a los actos de los
que hablo, no hepodido encontrar una lista con los nombres de los
pueblos que participaron. Si que la hay de los alcaldes que pudieron asistir al concierto celebrado en el
Palacio Real, y en esa lista, como ya informaba, no está el alcalde de El
Real. Supongo que nuestros representantes de la época, iban en las
manifestaciones con la representación de la provincia de Toledo.
Para saber
más:
Sobre el
Desastre de Annual:- García de Cortázar, F y González Vesga, J.M., Breve historia de España;
- Wikipedia: http://es.wikipedia.org
Sobre el rey
y sus batallas:
- De la Mora, C., Doble esplendor
- Blasco
Ibáñez, V., Contra el rey de España. - De la Mora, C., Doble esplendor
Sobre la corrupción del ejército en Marruecos
- Barea, A. La forja de un rebelde.
Sobre la manifestación o manifestaciones:
- Hemeroteca digital del ABC: http://hemeroteca.abc.es/
Continuará la próxima semana
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