En España hemos tenido muchas crisis aunque la actual es la
que más nos afecta porque la estamos padeciendo ahora. “Pobreza energética” se
llama a la crisis que sufren las familias que no pueden encender la calefacción
porque tienen que priorizar entre comer o pagar el recibo de la luz. Obviamente
eligen lo primero (por cierto somos uno de los países que más cara paga la
electricidad en Europa. Si alguien se ha
parado e ver el galimatías que es el recibo de la luz, se habrá dado cuenta que
el gasto de luz, es decir, la electricidad que realmente consumimos, supone aproximadamente una cuarta parte del
recibo, el 75% restante son impuestos, alquileres, tasas…)
Esta crisis ha hecho que miles de jóvenes muy preparados
emigren a otros países porque España no les ofrece un futuro. Después de años
de preparación y mucho dinero empleado en ellos, tienen que irse fuera de su
país y desarrollar en otros países los muchos conocimientos y preparación
aprendidos en España. Cierto es que no
es la primera vez que muchos jóvenes tienen que emigrar buscando un futuro
mejor, pero sí es la primera vez que se marchen tantos y tan preparados. “Movilidad
exterior” lo llama una ministra
conservadora a esta fuga de jóvenes tan intensamente preparados. Claro que los
políticos pierden la vergüenza por el camino por eso hablan como hablan y dicen
lo que dicen.
Como decía al principio, los españoles hemos padecido muchas
crisis. Aunque puede parecer actual el
titulo de este artículo, es un eslogan franquista de los años
cincuenta, que nos viene a decir que también entonces había pobreza energética,
aunque probablemente lo llamarían de
otra manera. Desgraciadamente no se
cumplió ni lo de la lumbre y mucho menos lo del pan. A mediados de siglo
pasado - 1950, los años cuarenta, cincuenta, sesenta , unos pocos años atrás, no
hace tanto tiempo-, la crisis estaba afincada en nuestro país, aunque
probablemente en esos primeros años de dictadura franquista esta palabra se
empleaba poco: podían tomarle al que la nombrara por desafecto, delito muy grave en aquellos días.
Tiempos de autarquía, de cartillas de
racionamiento, de escasez de los productos más básicos. La mala política
económica seguida por el régimen del general
superlativo hizo que muchos productos
básicos desaparecieran de las tiendas y aparecieran en el mercado negro, estraperlo se llamaba entonces, a
precios mucho más caros y prohibitivo para muchas familias. Muchos abuelos se
acordaran, eran los años del hambre. Ahora
podemos decir sin miedos a ser
desafectos, que en España se pasó
mucha hambre, y en nuestro querido pueblo, El Real de San Vicente, también.
Hubo personas que lo pasaron mal, muy mal.
Nuestra Reguera. Foto del archivo de imágenes de la ACDT El Piélago
En la actualidad han proliferado los bancos de alimentos,
los comedores sociales,… organizados por ONG para ayudar a los más necesitados.
En los años cincuenta no había bancos de alimentos, la gente no podía donar
comida si tenía lo justo para tirar palante, entonces El Auxilio Social era el encargado, con sus comedores
sociales, de paliar en lo posible el hambre de los españoles. En nuestro
pueblo, en la calle Santa Bárbara, 20 había un comedor social donde iban los
niñ@s necesitados a comer. Hoy es un edificio de tres plantas.
En aquellos tiempos los hombres, siendo niños, comenzaban a
trabajar. “Aquí te destetaban y ya te
mandaban de porquero” nos comentaba un abuelo en una amena conversación. Entonces los niños
venían con un pan bajo el brazo ya que desde muy niños traían un jornal a casa. Muchos abuelos
realeños comenzaron su vida laboral siendo niños: con ocho o diez años ya iban
de porqueros. El salario de un niño de
esta edad que estaba todo el día cuidando cerdos, era de 30 duros al año. (30 duros eran 150 pesetas, como recordatorio
1 euro son 166,386 pesetas). ¡Ni un euro anual! A este salario había que añadir la manutención: desayuno, comida y cena. La
comida solía ser un trozo de pan con un trozo de tocino, o un trozo de chorizo
o una sardiana arengue para todo el día;
la cena solía ser cocido o patatas viudas. También un corato de la primera cría
que hubiera a partir de que al niño se hiciera cargo de cuidar los cerdos.
La última reforma laboral ha empobrecido a muchos
trabajadores, hasta el extremo de que ni
trabajando duro pueden salir de la pobreza. Esto también ocurrió durante la
posguerra.
En esos años los salarios en el pueblo eran en dinero y en
espacie. Un pastor, casado y con hijos, que estaba las 24 horas del día y los
365 días del año al cuidado del rebaño recibía un salario de 300 pesetas
anuales, ni 2 euros; una libra de tocino a la semana; 1 liara de sal; pan y medio diario; 4
solariegos anuales, y llevaba con el rebaño del amo 30 ovejas propias, 25 que
podían parir y 5 que no podían. Una libra
equivale 453,592 gramos; liara se llamaba a un cuerno de vaca al que se vaciaba el tuétano; con un tapón de corcho en la punta
también lo usaban los pastores para llevar aceite; un solariego era un cordero
o cordera. Resumiendo, el salario anual de un pastor era:
1,81 euros anuales; 453,6 gramos de tocino semanales; un cuerno lleno de sal; pan y medio diario; 2
corderos y dos corderas anuales. Con la sal al parecer no había problemas:
cuando se vaciaba el cuerno el amo lo volvía a llenar.
No todos estaban empleados
todo el año. Muchos hombres
tenían que buscar el jornal y el trabajo también escaseaba. Un jornal se pagaba
entre las tres y cinco pesetas y los precios de productos básicos, comparados
con estos salarios, eran casi artículos
de lujo: un kilo de garbanzos costaba en torno a 1.50 pesetas; un litro de
aceite unas 2.45pesetas. El kilo de garbanzos suponía el 37% de un jornal medio de 4 pesetas. Un
litro de aceite más del 50%.
En aquellos años
cincuenta la crisis estaba afianza en España y según informes del Foreign Office británico, más, bastante más, de lo que los informes del
régimen, siempre controlados por la censura,
contaban.