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lunes, 8 de octubre de 2018

El Real se manifiesta en favor de la corona (I)



   Terminaba de comenzar el año de 1925 y en el pleno extraordinario del día 13 de enero, siendo alcalde D. Pablo Moreno Moreno, se dice:

“…el presidente espuso a los señores concejales el objeto de la sesión cual era que el Real de San Vicente se adhiera al grandísimo homenaje que se prepara en Madrid a los reyes de España en una manifestación, esta villa debe demostrarle su cariño asi como protestar ante el caso cinico del libelo Blasco Ibañez.

El señor Hernadez entre elocuentes palabras, propuso al Ayunt. Que D. Alfonso XIII  y Doña Victoria Eugenia fueran nombrados alcaldes honorarios de este pueblo, que una comisión se traslade a Madrid el día 23 del actual para asistir al homenaje, a la cual pueden unirse cuantas entidades lo deseen.

El pleno por unanimidad estuvo conforme con lo espuesto por los señores que usaron la palabra y acuerda que la comisión que debe ir a tan brillante acto sea D. Pablo Moreno Moreno, Don Pedro Sanchez Muñoz y D. Juan Manuel Diaz”

Archivo municipal Real de S. Vicente, Caja 27-34, libro 3, folio 6v. Cita textual.

Al leer esta cita me sorprendió por lo anecdótico de la situación, pero tras pensar un poco me hice la siguiente pregunta:
¿Qué le pasaba a la corona para que un pueblo, “tan insignificante políticamente”, como El Real de San Vicente (Toledo) tuviera que celebrar un pleno extraordinario y manifestarse en apoyo a la monarquía?

Como comentaba anteriormente, la manifestación-homenaje fue en 1925, pero el deterioro de la imagen del monarca venia de varios años atrás. Alfonso XIII, que al parecer añoraba el absolutismo de su bisabuelo Fernando VII, del que se dice que nunca tuvo una palabra mala ni una obra buena, intentó en varias ocasiones saltarse la constitución, obteniendo la negativa por parte del gobierno de turno que impidieron que el rey tratara a España como si fuera de su  propiedad. Esto le granjeó la antipatía de los políticos tanto conservadores como liberales que, no obstante, tenían que convivir con él como proclamaba la Constitución.

Estas cuestiones políticas no transcendían al pueblo que consideraba al rey como un personaje simpático, hasta que en julio de 1921ocurrió el Desastre a Annual en el que perdieron la vida unos diez mil españoles.El monarca consideraba al ejercito como algo particular, entrometiéndose en él y en sus mandos sin tener una idea clara.  Siempre decía en sus discursos “nosotros los soldados”. Alguno de sus generales le recordó en más de una ocasión, que él no era un soldado.

En Marruecos el general Fernández Silvestre, amigo personal del rey y protegido suyo, pasando por alto a su superior, el general Dámaso Berenguer comisionado general de las tropas en Marruecos, y teniendo muy presentes las insinuaciones de su amigo el rey, que al parecer le gustaba practicar batallas en el salón con alfileres sobre mapas, se internó por el Rif y se metió en una trampa preparada por el cabecilla rifeño, y antiguo colaborador suyo, Abd-el-Krim.


                                             El Real de San Vicente hacia 1950


Los éxitos iniciales confiaron al general Silvestre que dejó desprotegida la retaguardia. Cuando se quiso dar cuenta del error fue imposible retroceder. Murieron muchos españoles, la gran mayoría eran jóvenes de clase humilde y trabajadora -los ricos pagaban para no ir a África-, que hacían el servicio militar obligatorio en Marruecos, destrozando y poniendo de luto a muchísimas familias españolas que, ya antes de que ocurriera  este desastre, estaban en contra de la guerra de Marruecos.

El trágico y luctuoso suceso lo fue más si cabe, cuando se rumoreó, aunque nunca se pudo probar -más adelante dire por qué -, que el rey, amigo personal del general Silvestre, era quién había sugerido  a su protegido aquella batalla. El escándalo fue tal que el gobierno presidido por Manuel Allendesalazar tuvo que dimitir. El monarca encargó al conservador Antonio Maura formar un gobierno de concentración nacional. El escándalo no cesaba y este nuevo gobierno se vio obligado a iniciar una investigación. El Ministro de la Guerra encargó al general Juan Picaso, que elaborara un informe sobre el desastre ocurrido en Marruecos. El gobierno de Maura no aguantó la crisis y las consecuencias de tantas muertes:  a los ocho meses presentó la dimisión. Y tras él, los gobiernos de Sánchez Guerra y el de García Prieto tuvieron el mismo desenlace.

El general Picaso sorteando trabas de militares, políticos y compañías mineras, siguió adelante con su investigación. Estaba previsto que el informe Picaso, como se llamó a dicha investigación, fuera debatido en las Cortes por la comisión de investigación y ésta emitiera sus conclusiones el 1 de octubre de 1923, pero el 23 de septiembre Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, con la venia de su majestad Alfonso XIII, dio un golpe de estado incruento. Por eso decía anteriormente que los rumores que culpaban al rey de ser el principal instigador de aquel desastre nunca se pudieron probar.

La situación socio-económica y política de España propició que en los primeros años casi todo el espectro político apoyara al dictador, que en los primeros años consiguió que cesara la violencia de los extremistas, tanto de izquierda como de derecha. Poco a poco la estrella del dictador se fue apagando entre los españoles cuando con el paso del tiempo se vio que el general no tenía carisma ni preparación para el cargo que ocupaba. Quiso imitar a Mussolini y crear un partido único, pero España no era Italia y los dirigentes de los partidos de izquierda, republicanos y conservadores le fueron retirando su apoyo. Hasta sus propios compañeros de profesión terminaron dándole la espalda en los últimos meses de la dictadura. Según se apagaba la estrella de Miguel Primo de Rivera se iban encendiendo de nuevo las críticas, cada vez más duras, contra el monarca que seguía apoyando al militar golpista. Al final se vio que la monarquía no podría sobrevivir sin dictadura, aunque eso ya es otra historia.

Continuará la próxima semana. 

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