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lunes, 10 de diciembre de 2018

El Pucherazo Realeño (y II)


Cuenta el ilustre maestro Enrique Magaña en su obra autobiográfica, “Girones de una vida”, que en un pueblo de Cuidad Real donde estuvo destinado antes de ir a nuestro pueblo, que unos meses antes de las elecciones, hicieron un tabique de madera para separar su escuela de la sala de plenos del ayuntamiento. En la sala de plenos para disimular el tabique pusieron un armario. El día de las elecciones uno de sus alumnos, sin el maestro saber nada ya que había entregado la llave de la escuela al secretario, a través del tabique se escondió en el armario de la sala de plenos. A la hora de comer,  para hacerlo con tranquilidad, los que estaban a cargo de la mesa electoral metieron la urna en el armario. Lógicamente allí había interventores de los dos partidos. Los del partido que había preparado la trampa, llevaron la conversación por unos derroteros por los que casi se llegó a discutir y sobre todo se dieron voces. Era lo que pretendían para facilitar al muchacho,  que se había metido en el armario antes de que comenzaran las votaciones, que cambiara las papeletas, sacando las que no interesaban por las del partido ganador.

Gerald Brenan en su obra ”El Laberinto Español”, cuenta que en una ocasión votaron los setecientos muertos del cementerio de una ciudad, que en vida no sabían leer ni escribir, y después de muertos aprendieron expresamente para ir a votar.

En nuestro pueblo, El Real de San Vicente, a principios de siglo XX, también se empleaban estas artimañas para adulterar los resultados de las elecciones. Don Eusebio Díaz Moreno, notario de Talavera y hombre de mucha influencia en Toledo, quizá por su condición de diputado, enviaba una bolsa de cuero llena de dinero, a nuestro paisano y vecino  Lorenzo Moreno Miguel. Este hombre era el encargado de comprar los votos a favor de don Eusebio. Algunos  mayores del pueblo comentan que mucha gente, el día de las elecciones,  entraba en casa de Lorenzo Moreno Miguel y le preguntaban a quien tenían que votar. Lorenzo les daba la papeleta del voto y el duro correspondiente.  Por aquellas fechas, un duro era un jornal buenísimo. En la huelga general de 1917 una de las reivindicaciones de los trabajadores era un salario mínimo de 4 pesetas. Unos años más tarde,  en 1936, el jornal estaba en torno a las cinco pesetas. No siempre votaban al mismo partido aunque si al mismo hombre, dado que el notario de Talavera alguna vez cambió de partido.

Todo este sistema de engaño y manipulación recibía el nombre de “Pucherazo”

Curiosamente para votar, como decíamos al principio, había que saber leer. En España la enseñanza hasta principios del siglo XX ha sido calamitosa. Y no porque los españoles fueran malos estudiantes, que de todo habría. El bajo nivel de educación en nuestro país se remonta a comienzos del siglo XVIII, y el responsable principal de ello es la Iglesia que controlaba la enseñanza de las universidades y proporcionaba la mayor parte de los profesores. Hasta 1836 los encargados de la enseñanza han sido el alto clero y las órdenes religiosas. En aquellos años la Iglesia aun estaba convaleciente del golpe que le asestó la Revolución Francesa (1879), y sentía un pánico atroz al “saber”.
                             Niños del la escuela  año1915 aprox.
                                   Archivo de imágenes de ACDT El Piélago.
 
 
 Por este motivo no enseñaban matemáticas, ni ciencias, ni agricultura, ni economía política, materias “muy peligrosas” excepto para sabios teólogos. En las escuelas elementales era aun peor ya que se IMPEDÍA deliberadamente que los hijos de la clase humilde y trabajadora aprendieran a LEER. Únicamente se les enseñaba a coser, hacer tareas manuales y a RECITAR el catecismo. Otros tan culpables como la Iglesia o quizá más aun, son los gobernantes que más que tener hemos padecido. Como muestra un botón: siendo  Juan Bravo Murillo Presidente del Consejo de Ministros de Isabel II, se debatía en Las Cortes una propuesta de los liberales sobre la enseñanza, a la que Bravo Murillo contestó: “¿Ustedes desean que yo autorice una escuela a la cual asistan 600 trabajadores? No en mis días. Aquí no necesitamos hombres que piensen; lo que necesitamos es bueyes que trabajen”

Con esta clase de  gobernantes, el que en las escuelas enseñaran RECITAR, que no a leer, el catecismo, estaba más que justificado. Los sucesivos gobiernos liberales poco a poco consiguieron paliar esta situación y lograron que la enseñanza primaria fuera universal apartándola del control clerical. La Iglesia entonces dirigió su atención a la enseñanza secundaria de las clases medias y altas. Los colegios de los jesuitas llegaron a ser de lo más selecto. Aunque había voces dentro de los propios católicos, como Gabriel Maura Gamazo, conde de Mortera, conservador y fervoroso católico como su padre, Antonio Maura,   que decía que los jesuitas no enseñaban, domesticaban, ya que en sus centros los castigos corporales y las vejaciones  físicas estaban a la orden del día.

Visto lo visto y ante los  recortes actuales en la enseñanza, y dado que los gobernantes de hoy sin los nietos y biznietos de los conservadores de entonces, uno no deja de preguntarse  ¿Qué se busca con tanto recorte en la educación de los niños y jóvenes de hoy? ¿Personas mal instruidas y por tanto  poco cualificadas  mañana?  ¿Bueyes que trabajen como decía Bravo Murillo? Personas de estas características serán mano de obra barata, y desde luego, mucho más dóciles de gobernar, engañar y manipular.

Este Articulo lo publiqué en la Revista Real en 2014.
           

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