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lunes, 11 de febrero de 2019

Esperanzas Rotas (II)


Los primeros días en aquel campo de concentración de Argéles-sur-Mer fue un verdadero suplicio, por el día calor y por la noche muertos de frio. Cuando hacia viento la jodida arena se nos metía por todas partes. Ni siquiera había letrinas, ni para hombres ni para mujeres. Fuimos nosotros, los que en España habíamos ejercido algún tipo de mando, los que pusimos a nuestra gente a trabajar, para hacer de aquella maldita playa un lugar un poco más habitable. A falta de agua dulce, nos las tuvimos que ingeniar para usar  agua salada para la higiene.

Sin nada que llevarse a la boca, los franceses nos trataron peor que si fuéramos animales ¡Parecía mentira! El país donde siglo y medio antes se proclamaron los Derechos Universales del Hombre, ahora con nosotros eran papel mojado. Vigilados constantemente por guardianes de color negro, que parecía estar esperando que alguno de los españoles protestara o dijera algo en voz alta, para ensañarse con él a golpes. Nosotros que habíamos luchado contra el fascismo, por la democracia, la justicia y la igualdad de hombres y mujeres ¿por qué los franceses nos trataban así?

El agua bajaba mansamente. En algún momento el reflejo del sol en las mansas aguas le transportó y creyó  contemplar las aguas de su Manzanares, el rio de su Madrid. Pero no, no estaba en su ciudad, Madrid quedaba lejos, muy lejos y quizá por mucho tiempo. Estaba preocupado, las noticias recibidas hacia pocos días acerca de la familia no eran nada halagüeñas. Ahora esperaba impaciente para poder confirmarlas.
Calle Correos. Archivo de imágenes de la ACDT El Piélago

Llevaría sentado unos quince minutos cuando apareció su compañero, amigo y, desde hacía un mes, el enlace con España y la Organización.

Me levante para esperarle con los brazos abiertos. Nos abrazamos como viejos amigos y compañeros de fatigas durante muchos años. Le conocía casi desde que empezamos a trabajar con 12 años. Me pareció ver tristeza, dolor y amargura en su rostro.

Después de informarme lo que la organización quería de mi, algo con lo que no estaba muy de acuerdo y que ya había recibido por carta, pasó a relatarme que el SERE[1] estaba tratando de fletar un barco para llevar españoles a Méjico, pero que esta organización al estar al servicio del doctor Negrín, difícilmente contaría con nosotros.

Collao, yo no voy a Méjico si no es con mi familia. Por cierto ¿Cómo está mi mujer y mi hijo?

¡ Tú harás lo que se te ordene! contestó con calma pero con aplomo Collao . Tu familia cuando podamos sacarla de España se reunirá contigo allá donde estés. No te quepa ninguna duda.

¿Cómo está mi familia compañero? pregunté impaciente por tener noticias suyas.

Bien contestó escuetamente bajando la vista.

Le mire con desconfianza. Presentía que algo me ocultaba. Después de un rato en silencio insistí:

¿No me engañas?

Mira Cabezuela habló pausadamente mi compañero, como si pensara bien lo que iba a decir , fuiste un destacado dirigente anarcosindicalista antes de la guerra; en la contienda destacaste como un brillante jefe militar. Siendo un simple albañil dirigiste tu unidad  mejor y con más acierto que  otros muchos militares profesionales. El enemigo lo sabe. Quiere cogerte y hará todo lo que esté en su mano para hacerlo, incluso detener a tu familia para conseguir su fin.

Han pegado a mi mujer, a mi hijo le han roto una ceja ¡Sólo tiene 12 años!

Me miró  un poco sorprendido, pero no dijo nada. No preguntó cómo me había enterado. Se quedó callado mirando el agua que pasaba mansamente a escasos metros de nosotros.

¡Joder Collao, nosotros hicimos la guerra por la democracia, la justicia, la libertad, la igualdad entre los hombres…

Sí Cabezuela sí…pero perdimos contestó con amargura Collao

¡Ellos luchaban por Dios! ¿Qué clase de Dios permite esos comportamientos con mujeres y niños?  Mi mujer no tuvo nada que ver con la guerra, lo más cerca que estuvo de la contienda, era cuando llevaba el petate a casa para que lavara la ropa. ¿por qué la tratan así? Y a mi hijo ¡tan sólo es un crio! contesté con rabia.

No lo sé compañero, no lo sé. Son mala gente que esconden su miseria, su frustración y su conciencia detrás de un uniforme con el beneplácito y la bendición de las sotanas.



[1] SERE: Servicio de Evacuación de los Refugiados Españoles.
 
Continuará...

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