Nos quedamos los dos en silencio mirando el
agua no muy limpia que avanzaba lentamente a su encuentro con el mar.
─ No lo pienses compañero ─ habló de nuevo Collao, aunque esta vez con
convencimiento de lo que decía ─. Tu
familia más temprano que tarde se
reunirá contigo allá donde estés. Ahora tienes que hacer saber a todo el mundo
lo que está haciendo el gobierno
fascista en España. La única esperanza que nos queda es que las
democracias se den cuenta de que el fascismo traerá a la ruina a Europa, y su reacción, no sea
demasiado tarde para impedirlo. Sólo así nos ayudarán a derrocar al régimen del
Funeralisimo.
Quedamos de nuevo en silencio. Una pareja de
jóvenes, no muy lejos de nosotros, se besaba con pasión, ajenos a todo lo que
les rodeaba.
─ Me han llegado noticias de una operación que
se está preparando por el Valle de Arán ─ dije al
cabo de un rato de silencio.
El compañero me miró con preocupación meneando
negativamente la cabeza y dijo:
─ Mira Cabezuela, eso es una locura, otra más, que están preparando los
“chinos”[1]. No
los apoya nadie, ni republicanos, ni socialistas y mucho menos nosotros.
Olvídate de volver a España como un guerrillero por el Valle de Arán. Tu sitio
está aquí y harás lo que la Organización te ha encomendado. En todo el mundo se tienen que enterar de las matanzas
de presos que está haciendo el nuevo régimen en España.
─ ¡Yo no soy periodista! Soy un hombre de acción. Tú bien lo sabes, y
la Organización también.
─ Yo te he escuchado hablar en mítines en
Madrid. He visto como convencías y levantabas a la gente aplaudiendo con signos
de aprobación. Mira Cabezuela la Organización sabe muy bien de que pasta
estamos hechos cada uno, y lo que cada uno somos capaces de hacer. Tu misión a
partir de ahora será dar a conocer a todo el mundo, y muy especialmente a la opinión pública de
los países democráticos, las matanzas de gente indefensa que están ocurriendo
ahora en nuestro país.
─ No digas que no ─ corto Collao al ver el
movimiento negativo de la cabeza de su
interlocutor ─. Es lo que quiere la Organización. Debes acertarlo.
─ No sé, no sé …
─ Qué
tal estas en la pensión ¿Te tratan bien? ─ pregunto Collao tratando de cerrar
la discusión.
─ Sí. El trato es magnífico. Después del campo
de concentración en la playa cualquier
cosa es buena. Por cierto, ¿habéis conseguido sacar a más españoles de aquel
calvario?
─ Sí, pero aún quedan muchos. Estos gabachos
cabrones están engañando a muchos compatriotas: con la promesa de sacarles del
campo los hacen apuntarse a la legión
extrajera.
Seguimos hablando durante unos minutos hasta
que nos despedimos con un fuerte abrazo mientras Collao me recordaba:
─ Estaremos en contacto. No olvides tu misión.
Es muy importante que se sepa lo que ocurre ahora en España.
Otra vez solo frente al Sena y sus aguas
tranquilas. Todavía estuve largo tiempo contemplándolas. No tenía nada que
hacer y en esas circunstancias el tiempo corre poco.
De regreso a mi nuevo hogar, pensaba en la
posibilidad de volver a España como guerrillero por el Valle de Arán. Estaba
decidido a hacerlo aunque me tuviera que enfrentar con la Organización.
“Soy hombre de acción, no de estar en
despachos”, me dije a mí mismo. Tenemos que echar del poder a los salva patrias
que se levantaron contra el pueblo trabajador. Esos que se vieron con el
derecho por mandato divino, faltaría más, de tutelar la vida de los españoles,
¡los españoles estamos capacitados para tutelárnosla nosotros mismos!
Continuara...
[1] Así eran conocidos por los
trabajadores, sobre todo los pertenecientes a la CNT, durante la II Republica
los comunistas, que por aquel entonces era un grupo muy reducido casi marginal,
por las pintadas que hacían alabando al soviet chino.
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